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Progresismos en disputa: trastienda de la visita de Lula a Boric en La Moneda

Andrés Cabrera, 09 de Agosto, 2023

Progresismos en disputa: trastienda de la visita de Lula a Boric en La Moneda

Muchas expectativas había generado la visita del presidente brasileño, Luis Inácio Lula da Silva, a su par chileno, Gabriel Boric, especialmente debido a las múltiples repercusiones internas y externas provocadas por las reñidas elecciones presidenciales realizadas el 28 de julio en Venezuela.

El escenario del encuentro no podía ser más atractivo, al menos dentro de los márgenes de una agenda geopolítica mundial que pareciera comenzar en Santa Elena de Uairén y finalizar en La Guaira, mientras más allá de los contornos del país caribeño se ciñen los síntomas de la hecatombe mundial: miles de muertos y una escalada de proporciones en medio oriente; cientos de estudiantes asesinados por la policía en Bangladesh; decenas de disturbios anti-inmigrantes diseminados por la extrema derecha en el Reino Unido.

Pero, para la generalidad de los medios, poco o nada de esto existe. O, dicho de modo inverso, mucho o todo se juega en el irresuelto conflicto desatado entre las derivas autoritarias asumidas por el autoproclamado gobierno bolivariano de Nicolás Maduro y las maniobras desestabilizadoras de las fuerzas opositoras que respaldan la autoconsagrada candidatura de Edmundo González. La primera alternativa, respaldada por Rusia y China. La segunda, por los Estados Unidos y la Unión Europea. ¿Y a nivel Latinoamericano?

Este era el atractivo telón mediático y geopolítico que adornaba el encuentro entre Boric y Lula en La Moneda, en una cita que reunía a dos figuras representativas del actual progresismo latinoamericano. Por un lado, el experimentado y consolidado Lula, otrora sindicalista metalúrgico que fundó y dirigió el Partido de los Trabajadores de Brasil para más tarde conquistar la presidencia del coloso latinoamericano en tres ocasiones. Por el otro, el promiscuo y adelantado Boric, ex dirigente estudiantil universitario que ayudó a formar el Frente Amplio para posteriormente alcanzar el poder ejecutivo en 2022.

El encuentro, no obstante el tono de amable camaradería, no estuvo exento de asperezas. Y es que el posicionamiento estratégico que ambos mandatarios han manifestado ante los temas candentes de la geopolítica mundial había visibilizado importantes divergencias en el transcurso del año pasado. Así, en el marco de una cumbre de presidentes sudamericanos convocada por Lula para fomentar la integración regional en Brasilia realizada en mayo de 2023, Boric discrepó con su homólogo venezolano Nicolás Maduro, desafiando también la postura de Lula sobre los derechos humanos en Venezuela. En aquella oportunidad, Boric cuestionó abiertamente la caracterización de Lula sobre los abusos en Venezuela como “una construcción narrativa” y subrayó la realidad de cientos de miles de venezolanos que han buscado refugio en Chile durante los últimos años. Dos meses más tarde, Lula descalificó públicamente la crítica de Boric a la invasión rusa de Ucrania en la cumbre Celac-UE desarrollada en Bruselas, atribuyéndole a sus comentarios los vicios de la “juventud e inexperiencia”. ¿Era consciente en ese entonces el mandatario chileno de que su posición al mismo tiempo “ensuciaba” la iniciativa anunciada semanas antes por Brasil de incluir a China e India como actores prioritarios en las negociaciones para alcanzar la paz entre Rusia y Ucrania?

Considerando este historial, no resulta extraño que tras las disputadas elecciones presidenciales del pasado 28 de agosto en Venezuela las diferencias volvieran a relucir. Boric, exigió desde las primeras horas una verificación independiente de los comicios venezolanos. Lula, más cauto, consideró la jornada dentro de los marcos de la normalidad democrática. Son todos estos condimentos los que se encontraban dispuestos en la recepción del presidente chileno a su par brasileño en La Moneda el pasado lunes 5 de agosto.

En su conferencia de prensa conjunta desde el Patio de las Camelias, Boric centró la mayor parte de su intervención en destacar algunos de los 59 puntos acordados por ambas cancillerías. Finalmente, cuando todos esperaban algún tipo de alusión a la situación en Venezuela, su respuesta fue, literalmente, una evasiva: “Sé que pueden haber muchas preguntas respecto a otros temas. Les digo que respecto a otros temas de contingencia nacional, que hay varios y a los cuales ya se han referido algunos de nuestros ministros hoy día en la mañana, y a otros de contingencia regional e internacional, en particular respecto a la situación de Venezuela, yo personalmente me voy a referir mañana en la tarde”. En el momento decisivo, Boric develó que sus iniciativas geopolíticas conducían a un “callejón sin salida”.

Por supuesto, Lula tomó nota e inició su discurso con las mismas muestras de camaradería otorgadas por homólogo chileno en la primera parte. Sin embargo, y muy a diferencia de este, su discurso pasó a la ofensiva respecto a las iniciativas comandadas por su delegación en materia diplomática, incluyendo la situación específica de Venezuela. Así, en una primera instancia, Lula invitó a Boric a ser parte de la reunión de líderes contra el extremismo que él mismo estaba liderando junto con el presidente de España, Pedro Sánchez, a desarrollarse en Nueva York en el contexto de la próxima Asamblea General de la ONU. Posteriormente, habló de las iniciativas que lideraba con Petro y López Obrador respecto al actual conflicto político en Venezuela: “el respeto por la soberanía popular es lo que nos mueve para defender la transparencia y resultados. El compromiso con la paz es lo que nos lleva a llamar a las partes al diálogo y a promover el entendimiento entre gobierno y oposición”.

Fue casi al final de su intervención cuando Lula selló el encuentro “amistoso” a su favor.  Para ello, haría beber de su propia medicina al joven Boric, trayendo a colación uno de sus deportes favoritos: la literatura. Lula, citando el emblemático discurso de adjudicación del premio nobel literatura del gran poeta chileno Pablo Neruda en 1971, recordó a Boric: “Brasil y Chile están llamados a actuar juntos para construir un mundo más justo y solidario. Como dijo el gran Pablo Neruda al recibir su Nobel, ‘nuestras estrellas primordiales son la lucha y la esperanza, pero no hay lucha ni esperanzas solitarias’”. 

En esta pasada, el representante de Chile, la estrella solitaria, se había quedado sin aliados regionales. 

Más allá de sus diferencias estratégicas, la pregunta pragmática que ambos mandatarios enfrentan en lo inmediato no es otra que: ¿podrán Boric y Lula mejorar la gestión diplomática de sus antecesores, el presidente de la extrema derecha radical, Jair Bolsonaro, y su homólogo chileno, el difunto presidente Sebastián Piñera, en materia bilateral, regional y global?

Por ahora, de una cosa hemos de estar ciertos con ambos líderes progresistas latinoamericanos: su apuesta es por la democracia y por la negociación política. Una gran diferencia respecto a sus predecesores, que cargan con el historial de la desestabilización, ya sea apoyando la presidencia ficticia de Juan Guaidó o promoviendo la sublevación interna, tal como aconteció con el viaje de Piñera a Cúcuta en 2019, respaldada in situ por su ex canciller, el escritor Roberto Ampuero. Para dar cuenta de que las diferencias se cuecen en todos los arcos políticos, en aquella oportunidad la ansiedad jugó una mala pasada al ex mandatario chileno. Mientras Bolsonaro se mantuvo escéptico a las noticias que mandaba el presidente colombiano Iván Duque respecto a la supuesta sublevación interna que se desataría en Venezuela y prefirió restarse, Piñera en cambio no lo dudó y acudió de inmediato a la llamada. 

Aquella vez, nada de esta trama ocurrió. ¿Sucederá esta vez?

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